Vector X – Luis Antonio Vidal @vidal_38
Si los candidatos al gobierno de Tabasco y a la alcaldía de Centro, del partido que usted se imagine, tienen diferencias irreconciliables, es muy posible que ambos paguen en las urnas el costo de sus rencillas. La historia así lo confirma.
Durante las elecciones locales del año 2006, Andrés Granier, entonces candidato priísta a la Gubernatura, obtuvo 147 mil votos en el municipio de Centro; Evaristo Hernández, abanderado tricolor a la presidencia municipal, cosechó 113 mil 959, es decir una diferencia superior a las 33 mil boletas a favor. Un ejemplo evidente del voto cruzado.
El fenómeno diferenciado también se dio en el PRD, pero a la inversa.
El candidato al gobierno, Raúl Ojeda, logró en Centro más de 86 mil votos, mientras que Fernando Mayans, competidor por la alcaldía, se adjudicó casi 111 mil, una diferencia de 25 mil votos a favor del hoy morenista.
¿Qué sucedió? Según Evaristo, el químico hizo campaña para hacerlo perder y favorecer a Fernando, hermano de su gran amigo Humberto.
El pleito entre Granier y Evaristo casi le cuesta al PRI perder la alcaldía más importante de Tabasco.
La película se repitió en 2012 teniendo como protagonistas a otros priístas: Jesús Alí y Luis Felipe Graham.
Tras un desastroso proceso interno, se sacaron la lengua, y el rompimiento se llevó al terreno personal.
Ambos pedían voto cruzado. Como candidato al gobierno, Alí obtuvo en Centro 125 mil votos; y 134 mil fueron para Luis Felipe, es decir 9 mil más que su ex amigo. Muchos priístas los mandaron a volar, y apoyaron al PRD.
Así las cosas, los dos perdieron, entre otras causas, también afectados por el efecto López Obrador.
La lección se resume así: 1) Si en Morena Adán Augusto y Evaristo no resuelven sus profundas diferencias, ni el efecto AMLO podrá ayudarlos a ganar; y 2) En el PRD, Gerardo Gaudiano necesita en Centro a un candidato a la alcaldía con ponch electoral, afín a su proyecto, no un lastre que le profese una hipócrita simpatía.