Vector X – Luis Antonio Vidal @vidal_38
De repente tomó aire y en tono de suyo irritado, me respondió: «Si un gobierno de izquierda significa regalar dinero y despilfarrarlo, pues entonces no, el de Arturo Núñez no es un gobierno de izquierda”.
Así respondió a quien esto escribe, durante una reunión con periodistas, el primer secretario de Finanzas del fracasado sexenio del cambio verdadero, Victor Lamoyi.
Y en verdad el de Nuñez nunca fue un gobierno siquiera impregnado con el sudor de la lucha democrática en Tabasco, vaya, ni de la transición misma.
Sobraban dedos de una mano para contar a perredistas en el gabinete, entre los pocos, Raul Ojeda.
Algo similar ocurre en el gabinete del gobernador Adán cuyos afanes de hacer una transformación realmente eficiente le ha llevado a sumar a personajes sin identificación en las causas izquierdistas, pero a quienes algún mérito les ha de ver.
Nombres hay por racimos: Luis Gurría, en Obras Públicas; Mayra Jacobo, en Economía; José Nieves, en Turismo; Silvia Roldán, en Salud; y Egla Cornelio, en Transportes (nombre original de lo hoy llamado pomposamente Movilidad).
Tampoco sembró la semilla de la oposición José Antonio de la Vega ni la señora Yolanda Osuna quien despacha en Cultura.
En su muy leído Purgatorio, Juan Manuel Juarez, curtido periodista de mil batallas, describió hace unos días: “No podría ser de otra forma cuando hay exitosos notarios con licencia, prósperos ganaderos, destacados empresarios, ex diputados y en general, activistas políticos que han disfrutado de las mieles del poder político y económico”.
Si los generosos programas sociales de corte popular dan color a los gobiernos de izquierda, el de la reconciliación no pinta para allá, sobre todo porque a los empresarios metidos a políticos les encanta pagar poco y exigir mucho.
Solo el tiempo dirá si la izquierda transformada y salpimentada de fifinesco aroma es la semilla que germinará el progreso de este laboratorio llamado Tabasco.
La Morralla
La inconformidad por los vales de despensa aguó la fiesta organizada con globos y serpentinas para celebrar el pago de adeudos a la burocracia. Hasta detenidos hubo, ¿no que nos íbamos a reconciliar? * Con la soberbia sobre el lomo, Carlos Benito Lara llegó a la dirección jurídica del Congreso. Dividió al personal en dos grupos: sindicalizados y de base. Con nadie tratará, dice, para eso está su particular. No pues, el síndrome del ladrillo, apenas suben tantito se marean ***Hasta el domingo.