Vector X – Luis Antonio Vidal @vidal_38


Estos días permiten la reflexión sobre la muerte y resurrección de Cristo desde distintos enfoques. Hoy cobra vigencia la revisión, desde una perspectiva democrática, del plebiscito condenatorio de su muerte.

Gustavo Zagrebelsky, abogado italiano, escribió hace algunos años sobre la crucifixión de Jesús y la democracia. Interesante texto del cual comparto algunos fragmentos relativos al momento cuando Poncio Pilatos pone a consideración de la gente si libera al nazareno o al asesino Barrabás.

«La multitud que gritaba ¡crucifícale! era exactamente lo contrario de lo que presupone la democracia crítica: Tenía prisa, estaba atomizada, pero era totalitaria, no tenía instituciones ni procedimientos, era inestable, emotiva y, por tanto, extremista y manipulable.

«Una multitud terriblemente parecida al ‘pueblo’, ese ‘pueblo’ al que la democracia podría confiar su suerte en el futuro próximo. Esa turba condenaba ‘democráticamente’ a Jesús y así terminaba reforzando el dogma del Sanedrín y el poder de Pilatos. (En esa escena) el amigo de la democracia –de la democracia crítica– es más bien Jesús: Aquel que, callado, invita hasta el final al diálogo y a la reflexión retrospectiva. Jesús que calla, esperando ‘hasta el final’, es un modelo.

«Lamentablemente para nosotros; sin embargo, nosotros a diferencia de él, no estamos tan seguros de resucitar al tercer día y no podemos aguardar en silencio hasta el final. Por eso la democracia de la posibilidad y de la búsqueda, la democracia crítica, tiene que movilizarse contra quien rechaza el diálogo, niega la tolerancia, busca solamente el poder y cree tener siempre la razón. La mansedumbre –como actitud del espíritu abierto al diálogo, que no aspira a vencer, sino a convencer y está dispuesto a dejarse convencer– es ciertamente la virtud capital de la democracia crítica».

Muchos analistas, entre ellos Óscar Espinosa, se han preguntado: ¿Puede la mayoría estar equivocada? ¿Es la decisión mayoritaria mejor porque es más democrática?

Le espero aquí el próximo domingo, quiera Dios.


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