Vector X – Luis Antonio Vidal @vidal_38
Su magnífico exordio dibuja los efectos de la destrucción: «Un minuto después de la última explosión, más de la mitad de los seres humanos habrá muerto, el polvo y el humo de los continentes en llamas derrotarán a la luz solar, y las tinieblas absolutas volverán a reinar en el mundo.
«Un invierno de lluvias anaranjadas y huracanes helados invertirá el tiempo de los océanos y volteará el curso de los ríos, cuyos peces habrán muerto de sed en las aguas ardientes, y cuyos pájaros no encontrarán el cielo.
«Las nieves perpetuas cubrirán el desierto del Sahara, la vasta Amazonia desaparecerá de la faz del planeta destruido por el granizo, y la era del rock y de los corazones transplantados estará de regreso a su infancia glacial.
«Los pocos seres humanos que sobrevivan al primer espanto, y los que hubieran tenido el privilegio de un refugio seguro a las tres de la tarde del lunes aciago de la catástrofe magna, sólo habrán salvado la vida para morir después por el horror de sus recuerdos.
«La Creación habrá terminado. En el caos final de la humedad y las noches eternas, el único vestigio de lo que fue la vida serán las cucarachas».
Quizá esa devastación imaginada por el colombiano tiene su campo experimental en Tabasco, a decir de los candidatos al Gobierno.
Escuchar el debate entre aspirantes a la Gubernatura implica impregnarse de un profundo pesimismo. Tabasco es el prototipo de la destrucción, de todos los vicios sociales, de la absoluta putrefacción humana.
Las modernas plagas de la corrupción, el desempleo, la violencia y las enfermedades infestaron las venas de la administración pública y pronto pudrirán las aguas del Grijalva y el Usumacinta.
¿Nada bueno hay en Tabasco? No, a decir de los aspirantes. Tierra inhóspita. Su diagnóstico es tan demoledor como esperanzador es el Renacimiento en tan sólo seis años, como por obra y gracia divina.
Tienen en sus manos la mágica fórmula de la reconversión para pasar del infierno al paraíso.