Vector X – Luis Antonio Vidal @vidal_38
Hasta la saciedad se ha dicho que siendo Andrés Manuel López Obrador presidente de México, existen inmejorables condiciones políticas para sacar a Tabasco del atolladero.
No puede, sin embargo, hacerlo todo, necesita de gente cercana para impulsar la transformación tropical.
A la vista de todos, quienes gozan de la absoluta confianza de AMLO son Adán Augusto López, su hermanaRosalinda, Javier May y Octavio Romero. Todos en el primer círculo.
El gobernador electo es el eje de AMLO para bajar indicaciones.
Cuando este año, antes de la nominación de candidatos de Morena un personaje local buscó a López Obrador para expresarle su aspiración a la gubernatura, el de Macuspana le respondió: “Esa posición ya está otorgada; para cualquier otro cargo, trátalo con Adán, yo le digo”.
Esa cercanía convierte a López en aduana para todo. Vaya, la estrecha amistad de Adán con César Yáñez le valió estar enterado de todo cuanto sucedía alrededor de AMLO en campaña.
Por otra parte, el solo nombramiento de Rosalinda en el SAT habla del afecto de Andrés Manuel. Tiene en sus manos la fuerza de tan temible dependencia.
Javier May respeta la investidura de Adán pero cuida su parcela. Es subsecretario de Desarrollo Rural, senador con licencia (traerá corto a su suplente) y además ejerce el poder tras el trono en la presidencia municipal de Comalcalco.
Algunos morenistas identificados con su grupo, como Manuel Pérez Lanz, buscan colarse en el gabinete de Adán.
Quizá el más acotado políticamente sea Octavio Romero. Una dolencia lo alejó de Tabasco, pero su designación como director de Pemex lo acercará en términos de operatividad administrativa.
No se le ve mayor peso en la grilla estatal.
La Morralla
Manuel Fernández Ponce, director del Tecnológico de la Sierra, suena para quedarse en el cargo pese al cambio de gobierno. Es sobrino de Tomás Fernández Torrano a quien sus amigos han encuerdado que debe cobrarle a Adán los favores prestados en campaña *** Hasta el jueves.