Vector X – Luis Antonio Vidal @vidal_38


Ante sus amigos de la clase política estatal y nacional, el gobernador Arturo Núñez presentó ayer su sexto y último informe.

No fue diferente al de años anteriores. Tampoco a los de gobernadores de otro tiempo y partidos. El protocolo dicta con todas sus letras que se trata de un acto solemne de presunción política para satisfacción in pectore del mandatario.

No hay espacio, en ese tipo de eventos, a la crítica, al debate, al intercambio de opiniones. Es una verdadera pena en esta época donde corrientes divergentes se escuchan mutuamente en un marco de cordialidad y respeto.

Aplausos por aquí y por allá. Exaltar lo poco realizado y justificar la incompetencia con añejos argumentos. En realidad, seis años es poco para hacer mucho, pero son muchos para hacer poco.

Carlos Navarrete, ex dirigente nacional del PRD, dio testimonio de amistad al gobernador Núñez cuando celebró su gestión y se atrevió, sin conocimiento  de causa, a decir que hasta mucho  se hizo después de encontrar un gobierno saqueado.

Quienes deben calificar el sexenio del ex diputado federal no son los amigos, funcionarios o parientes. Son los gobernados, el pueblo cuya aflicción se  manifiesta cada día en los hospitales y la impotencia se refleja en marchas y manifestaciones en demanda de pago de salarios, prestaciones, becas, servicios.

A tal punto es la decepción que muchos integrantes del gabinete habrían deseado no terminar el sexenio, sabiendo las consecuencias legales que podrían enfrentar si en realidad, a como se promete, no habrá impunidad para la nueva camada de pillines.

Previendo la crisis de fin de sexenio, por ejemplo, los secretarios de Finanzas, Salud y Educación, Amet Samos, Rommel Cerna y Ángel Solís, solicitaron al gobernador Núñez salir del gabinete a finales del año 2017.

Ramos aspiraba a una diputación federal plurinominal para protegerse; Cerna a un cargo local; y Solís a la presidencia municipal de Centro.

Olían el desastre y buscaban saltar como roedores a una tabla de salvación. No lo lograron porque su jefe les exigió quedarse y ordenar el cochinero.

Pero ayer el fracaso se envolvió en algodones de azúcar. Ya veremos el fin de año.


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